Desde muy joven me entusiasmó la pintura. Mis primeras obras fueron muy criticadas porque mi lenguaje visual era poco convencional. Hoy me doy cuenta de que simplemente no me entendían. Mientras mi madre me apoyaba y coleccionaba todo mi trabajo, mi padre pensaba que no era arte, sino garabatos. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Los primeros intentos hace tiempo que pasaron a la historia. Pero a día de hoy, las historias siguen brotando de mí como una explosión. Luego me quedo rápidamente sin pintura ni lienzo.

También solía recurrir a la palabra hablada en esos casos. Mi padre afirmaba que balbuceaba mucho para mis adentros. Mi madre reconocía en mí una marcada tendencia al dadaísmo. Mis profesores atestiguaban que tenía mucha imaginación, pero pensaban que no había lugar para ella en mi ortografía o puntuación. (Yo era especialmente creativo en este terreno.) Por eso estaba en guerra con el español en el colegio. No me iba mucho mejor en arte, porque formaba parte de la tarea traer su material de trabajo.

Me iba mucho mejor en asignaturas como matemáticas o ciencias. Aquí las faltas de ortografía no contaban. No necesitabas más que un bolígrafo en los exámenes de clase y podías pedir uno prestado si era necesario.

Por eso luego estudié empresariales y física. Suena más aburrido de lo que es. Me parece fascinante por qué el cielo es azul. Puedo acabar cualquier fiesta a altas horas de la noche con este conocimiento.